Ecólogos piden no retirar la madera muerta ni hacer reforestaciones masivas tras los incendios
La reforestación rápida conduce a grupos densos de árboles de la misma edad, que son altamente susceptibles a los fenómenos meteorológicos, los incendios y las plagas.
Ecólogos forestales han pedido a los gobiernos de Europa que no retiren la madera muerta de los bosques ni aprueben reforestaciones a gran escala como respuesta a sequías o incendios, un cambio “radical” en la estrategia de manejo forestal para evitar daños en la diversidad, entre otros, de los insectos.
Un equipo internacional de ecólogos forestales ha pedido a los países de Europa central “un cambio radical” en la estrategia que siguen para manejar la mortalidad del arbolado en bosques tras incendios o tormentas.
En una publicación en Science -una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo-, referentes en la investigación de este campo han defendido que la retirada de la madera muerta no son la estrategia correcta.
Durante siglos, la silvicultura ha seguido una estrategia de retirada de madera y reforestación, que ha tenido como consecuencia una disminución constante de la diversidad biológica y la extinción de muchos hongos e insectos que dependen de la madera muerta.
Los investigadores han advertido de que una “limpieza” a gran escala en el bosque provoca efectos negativos considerables en la diversidad de insectos que dependen de la madera muerta.
Como ejemplo han puesto las políticas alemanas, que prevén en los próximos años la tala a gran escala de los árboles muertos tras la gran sequía de 2018 y un programa de reforestación, con fondos que podrían rondar los 800 millones de euros que “deberían estar destinados a preservar la madera muerta”.
Por lo tanto, los países europeos deberían reconsiderar sus esfuerzos estratégicos y financieros para generar bosques resistentes al cambio climático.
Las perturbaciones naturales como las tormentas, los brotes de escarabajos y la sequía crean huecos en los bosques, lo que permite el crecimiento de una amplia variedad de especies de árboles nativos, una diversidad que según los científicos aumenta la resistencia del bosque a los fenómenos meteorológicos extremos.
Por el contrario, la reforestación rápida conduce a grupos densos de árboles de la misma edad, que son altamente susceptibles a los fenómenos meteorológicos, los incendios y las plagas, pero que además dificulta preservar las numerosas especies de insectos en peligro de extinción.
Fuente. Agencias