A mitad del siglo pasado se iniciaron en nuestro país profundos cambios en la forma de producir los alimentos, comenzó la industrialización de la agricultura y la ganadería, lo que se llamó la Revolución Verde.
La industrialización en el campo supuso mejoras en la productividad agraria, sin duda un logro incuestionable que no se puede obviar, lo que si podemos es preguntarnos ¿toda mejora productiva es positiva?, ¿producir 1000 kg. de carne de mala calidad contaminando un acuífero es mejor que producir 500 kg. de buena calidad sin contaminarlo?
Otro de los cambios que nos trajo la Revolución Verde es el control de la producción. Mientras que anteriormente la producción era controlada por las propias personas productoras, que decidían qué producir, cómo y, sobre todo, tenían capacidad para negociar los precios de sus productos; en la actualidad, los precios están establecidos por lo que eufemísticamente se llama “los mercados internacionales”, lo cual quiere decir que deciden los que tienen dinero, grandes multinacionales y Estados.
Lo vimos dramáticamente con la crisis alimentaria en el año 2008, cuando los precios de algunos cereales subieron drásticamente como consecuencia de la especulación en los mercados, ocasionando hambrunas en países donde estos cereales son un alimento básico. Mientras, multinacionales que se dedican a la venta de semillas obtenían grandes beneficios y productores/as iban a la ruina por los bajos precios a los que se les pagaban sus cosechas.
El modelo de integración ganadera lleva al extremo este control de la producción, la empresa integradora lo controla todo: animales, pienso, medicamentos…, bueno, todo menos las instalaciones, que las tiene que poner el/la ganadero/a, que también se tiene que hacer cargo de los purines. Al ser explotaciones muy grandes (las pequeñas explotaciones en este modelo no resultan rentables) la cantidad de carne producida es mucha y el/la ganadero/a no tiene capacidad para venderla por lo que necesita a estas empresas integradoras. De esta forma, el/la ganadero/a tiene que aceptar el precio que le diga la empresa, no tiene otra opción.
En el caso de la producción porcina, la dependencia de “los mercados internacionales” es muy alta porque precisamente el boom de la producción en nuestro país viene dado por el aumento en la demanda de países como China e India. De ahí que se hable de la burbuja del porcino puesto que cuando estos países encuentren otras zonas donde producir su carne más barata se pinchará la burbuja en España y los ganaderos y ganaderas se encontrarán con deudas que pagar por las enormes instalaciones que están construyendo.
Por todo esto, cabe preguntarnos si el modelo de integración ganadera es el más conveniente para la o el ganadero. La respuesta es clara y rotundamente que no. No es bueno para las personas productoras, puesto que muchas cosas escapan a su control; no es bueno para las personas consumidoras, puesto que la carne producida es de muy baja calidad; no es bueno para los animales, que viven sometidos a terribles condiciones que les causan sufrimiento y les llevan más allá de sus capacidades físicas; no es bueno para el entorno natural y sus aguas, que son contaminadas con los nitratos de los purines; no es bueno para nuestro patrimonio cultural, que se devalúa al lado de estas instalaciones industriales; no es bueno para uno de los pilares económicos de nuestras zonas rurales, el turismo; y no es bueno para la salud pública, que se ve amenazada por las superbacterias resistentes a los antibióticos que se originan en las granjas intensivas. No es bueno para nuestros pueblos.
Desde el mundo de la política escuchamos voces que hablan de revertir la despoblación del mundo rural, no saben o no quieren saber nuestros/as representantes políticos que lo que necesitamos es, sobre todo, que nos respeten. Que no hagan políticas públicas contra nosotros y nosotras, habitantes de los pueblos de Castilla-La Mancha y Yecla (Murcia)
La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha apoya el modelo ganadero de integración vertical, ayuda económicamente a las empresas cárnicas que pretenden llenar nuestros municipios con grandes explotaciones industriales, que no generan empleo sino que lo destruyen.
Por eso, vecinas y vecinos de zonas rurales, movimientos ecologistas y de defensa del territorio, ganaderas y ganaderos extensivos, organizaciones de protección animal, de consumidoras/es y defensores/as del mundo rural nos hemos unido para decir BASTA!, nuestro dinero no puede utilizarse en beneficio de unas pocas empresas cárnicas para destruir nuestro entorno y despoblar aún más nuestros pueblos.
Hacemos un llamamiento a colectivos y personas que se quieran sumar a este MANIFIESTO POR UNOS PUEBLOS VIVOS.
En él, exponemos…
QUEREMOS… que se respete nuestro recurso más preciado: el agua. Muchos años luchando para proteger nuestra agua, para ahora tener un gobierno que quiere trasvasarla a la agroindustria. No queremos ni un trasvase ni otro. Las grandes explotaciones ganaderas requieren mucha agua para la limpieza de las instalaciones.
QUEREMOS… un agua limpia y sana. Los purines esparcidos por las tierras de cultivo llegan finalmente a los acuíferos y contaminan el agua con nitratos. Esto ya ha ocurrido en muchas zonas donde el agua ya no es potable por contaminación.
QUEREMOS… una tierra sana. La zona de La Mancha ya está contaminada por el exceso de fertilizantes agrarios. Hay que reducir el uso de nitratos, no aumentarlo.
QUEREMOS… una ganadería que respete nuestro patrimonio natural y cultural. Una ganadería extensiva, tradicional, que beneficie al tejido económico y social de la zona donde se ubica y aporte valores añadidos como abonar la tierra sin contaminar y prevenir incendios.
QUEREMOS… una vida digna para todos los animales. En las macrogranjas viven hacinados sin acceso al exterior y en unas condiciones que les impiden desarrollar sus comportamientos naturales.
QUEREMOS… empleos dignos para nuestras/os ganaderas/os. Que su empleo no dependa de la estrategia empresarial de una agroindustria, sino de sí mismos/as y de la economía local.
QUEREMOS… un turismo rural sostenible, atraer visitantes por nuestro rico entorno natural y cultural. No ahuyentarlos con paisajes industriales, malos olores y aguas contaminadas.
QUEREMOS… que las personas que viven en los pueblos puedan elegir el modelo de desarrollo que desean, y no que éste venga impuesto desde arriba.
QUEREMOS… una alimentación saludable, alimentos SIN TRANSGÉNICOS, que es lo que comen los animales de la ganadería industrial. Un uso racional de los antibióticos, rechazamos el abuso que realiza la ganadería intensiva.
QUEREMOS… respeto para las poblaciones rurales e indígenas de Sudamérica y Asia, que la agroindustria expulsa de sus territorios para cultivar soja, palma y maíz transgénico que luego comen los animales en explotaciones como las que quieren poner en nuestra región.
QUEREMOS… que se acabe con la deforestación de las selvas. La deforestación, gran emisora de CO2, es una de las principales causas del cambio climático, junto con la ganadería industrial, también gran emisora de gases de efecto invernadero.
QUEREMOS… UN MEDIO AMBIENTE SANO.
QUEREMOS… UNA SOCIEDAD SANA.
QUEREMOS… QUE LA JCCM DEJE DE SUBVENCIONAR LA GANADERÍA INDUSTRIAL
Para adhesiones entrar en el siguiente enlace: