Clorpirifos la «pandemia silenciosa»
Si estás vivo, es de suponer que has entrado en contacto con un insecticida llamado clorpirifos. Puede que hayas sufrido o no sus efectos, pero hasta hace relativamente poco, se usaba habitualmente para quitar de en medio a todos esos insectos molestos: mosquitos, cucarachas y otros bichejos indeseables.
Dow Chemical Co. introdujo el clorpirifos en hogares y campos de cultivo en 1965, lo que supuso un freno bastante eficaz para casi todos los insectos. Propietarios y agricultores lo usaban; también lo hacían los campos de golf y los municipios. Estaba por todas partes, y no solo en Estados Unidos, sino que el uso del clorpirifos se extendió por todo el mundo.
Poco después de la introducción del insecticida, los estudios realizados indicaron que la cercanía al mismo era peligrosa para las personas. El uso doméstico del clorpirifos se prohibió en el año 2000, cuando Dow lo retiró voluntariamente del mercado, aunque todavía se encuentra en trampas para insectos. Los campos de golf siguen usándolo para combatir plagas, algo que también hacen los agricultores, que lo aplican en casi 50 cultivos —muchos de los cuales consumimos, como las naranjas— y en las etiquetas del ganado vacuno.
El clorpirifos es muypeligroso: pertenece a la misma clase de productos químicos que el sarín, una clase conocida como organofosforados. El clorpirifos es básicamente un agente nervioso que ataca las rutas químicas y provoca fallos en la capacidad de los nervios para comunicarse. Puedes exponerte a él inhalándolo, ingiriéndolo o mediante contacto cutáneo.
Los efectos de este insecticida en animales y humanos se han investigado ampliamente desde los años 70. Según los estudios, el clorpirifos afecta a los seres vivos en distinta medida: es muy tóxico para aves e insectos como las abejas, bastante tóxico para los peces y moderadamente tóxico para humanos. Sin embargo, más estudios recientes en niños pequeños han descubierto un vínculo entre el clorpirifos y el bajo coeficiente intelectual y los problemas de desarrollo, según Pesticide Action Network.
En 2015, el clorpirifós fue el plaguicida más frecuentemente detectado en los alimentos españoles, según los análisis de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) recogidos en el informe de Ecologistas en Acción “Directo a tus hormonas“.
La Administración española detectó residuos de este insecticida en 117 muestras de 20 alimentos diferentes, lo que supone el 9% de todas las muestras de frutas y verduras (ver la tabla inferior).
También es un plaguicida frecuente en 8 de las 10 cuencas fluviales analizadas en 2016, como se denuncia en el informe “Ríos hormonados” de Ecologistas en Acción.
¿Qué daños causa el clorpirifos?
El clorpirifos es un insecticida disruptor endocrino. Es decir, altera el sistema hormonal humano.
Principalmente, tiene actividad estrogénica ya que afecta a la labor de las hormonas femeninas o estrógenos, con todos los incontables efectos para la salud que pueden derivarse de esta interferencia.
Pero son las consecuencias de su exposición durante el embarazo las que han llevado a su prohibición en Estados Unidos, además de otros 6 estados europeos.
Interfiere con el mecanismo neuroendocrino del hipotálamo que regula las respuestas sociales. Uno de sus efectos observados es aumentar la agresividad en adultos por exposición neonatal. De estos daños pueden derivarse pérdida de inteligencia, cambios en la conducta e incluso trastornos como el autismo.
Otros efectos que se asocian a su exposición son alterar el metabolismo de grasas e insulina, creando un patrón semejante a los factores de riesgo en adultos para arterioesclerosis y diabetes.
De acuerdo con grupos de investigación, la exposición prenatal a los pesticidas organofosforados, incluyendo clorpirifós, tiene impactos negativos sobre el desarrollo cerebral de los niños. Estas exposiciones se asocian con efectos de larga duración, incluyendo pobre niveles de razonamiento perceptual, la memoria y el desarrollo intelectual a los siete años de edad.
De hecho, un estudio vincula la exposición prenatal a una reducción de siete puntos en el coeficiente intelectual a la edad de siete años y otro estudio encontró que incluso niveles muy bajos de residuos de clorpirifós en la sangre del cordón resultaron en un trastorno intelectual y pobre funcionamiento de la memoria. Altos niveles de clorpirifós en la sangre durante el embarazo también se vinculan con el pobre desarrollo mental y motricidad a los tres años de edad.
Los estudios sobre las mujeres embarazadas expuestas a clorpirifós a través del uso doméstico demostraron un vínculo directo entre la exposición intrauterina y bajos pesos al nacer, menor circunferencia de la cabeza de los recién nacidos, los retrasos en el aprendizaje y el desarrollo mental, problemas de atención y trastornos generalizados del desarrollo.
Clorpirifós es también un compuesto que se sospecha alteran las hormonas. La exposición alimentaria a los pesticidas organofosforados como clorpirifos, en niveles comunes también puede contribuir al Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Todos los problemas de salud causados por el clorpirifós y otros pesticidas organofosforados — déficit de atención / hiperactividad, el autismo, la disminución en el coeficiente intelectual y la reducción de la función cognitiva — están en aumento entre los niños en lo que los expertos en salud pública de Harvard y el Monte Sinaí Hospital denominan la «pandemia silenciosa»
Debemos exigir su prohibición en Europa
La prohibición en Estados unidos se ha producido tras años de lucha de organizaciones ecologistas y de la salud que han demostrado los graves daños que ocasiona este agrotóxico.
Esta prohibición da esperanza de que pueda prohibirse en Europa.
Los daños a la salud pueden generarse con cantidades muy bajas, por lo que los límites actuales utilizados en Europa (que permite cierta cantidad de residuos de pesticidas en los alimentos) no garantizan una protección adecuada de la población, en especial de la infancia.
A nivel individual, la solución pasa por un cambio hacia alimentos ecológicos ya que este tóxico está prohibido en agricultura ecológica (por eso no se ha encontrado en ninguna muestra de alimentos ecológicos).
Fuente: Ecologista en acción
Californians for Pesticide Reform